sábado, julio 07, 2007

¿Determina el primer trabajo el éxito o fracaso de una carrera?

En otras palabras: ¿determina el primer puesto que se tenga en la vida laboral el devenir del resto de la carrera? Yo creo que sí.

Creo firmemente que es fundamental tener suerte con el primer trabajo que nos toque hacer en nuestra vida laboral, porque todo lo demás vendrá casi rodado a partir de esos primeros 2-3 años.

El primer puesto es como estar en la línea de salida de una carrera de largo recorrido, y casi todo depende de lo que ocurra en los primeros instantes tras el pistoletazo de salida. Nadie que salga mal puede aspirar a llegar entre los primeros al final de la carrera. Con mucho esfuezo podrá recuperarse hacia la mitad del recorrido, pero en el mejor de los casos llegará con el resto del pelotón.

Si el puesto es importante (en el sentido de ser estratégico para la empresa, no me refiero a que sea un puesto de jefe nada más empezar), si tiene suficiente visibilidad para el resto de la organización, si de sus resultados dependen cosas básicas para el devenir del negocio de la empresa, la persona que lo ocupa, salvo mucha mucha mala suerte, y casi independientemente de su mayor o menor valía profesional se verá catapultada a una carrera profesional exitosa.

Una de las cosas más injustas que se suelen dar en las empresas es la de confundir el puesto con la persona: se tiende a pensar que si alguien tiene la suerte de ocupar un puesto con mucha visibilidad y participa mucho en los procesos de decisión de la empresa, por ende esa persona en sí misma es valiosísima. A veces suele coincidir, y a veces no. Las más de las veces, las personas que ocupan esos primeros o segundos puestos que son estratégicos, suelen tener un perfil medio en cuanto a excelencia profesional, es decir, ni más ni menos que otros muchos que ocupan otro tipo de puestos diferentes. Y en numerosas ocasiones, se han visto verdaderas calamidades ocupando estos codiciados puestos, calamidades que eran ampliamente reconocidas en toda la empresa por su falta de capacidad y que, sin embargo, por oscuras y absurdas maniobras de ingeniería laboral, acabaron ocupando esos empleos.

[Me explico y abro un paréntesis: he conocido el caso de una señora, la más inútil, gritona e incapaz que he tenido nunca la ocasión de encontrarme, que había estado ocupando desde hacía ya 14 años sólo puestos de responsabilidad y visibilidad, en los mejores equipos y en los mejores departamentos de la empresa, sólo porque (y atención a esto) era tan inútil que todo el mundo se la quería quitar de encima y la utilizaban como moneda de cambio para hacer putadas a los enemigos. Es decir, se la soltaban a algún jefe al que se le quería hacer la Pascua.

Y, así de esta manera, esta señora inútil estaba ocupando durante años puestos de Jefe de Producto, de Responsable de Ventas, de Jefa de Publicidad, sólo porque le daban bola cada dos años y se la estaban intercambiando los departamentos para hacerle la putada de turno al jefe de turno. Y como esta señora, también vi hacer lo mismo con un señor que se pasó dos años apareciendo sólo 4 horas al día por la oficina. Y así, ad infinitum...

Yo cuando veo u oigo casos de estos, de verdad me pregunto ¿en qué mundo vivimos donde inútiles de esta talla obtienen los mejores puestos sólo porque tal o cual jefe quiere sabotear tal o cual departamento "enemigo"? Pues así van las cosas.]

Cierro el paréntesis con esta historia para decir que, en efecto, el hecho de "caer" en uno u otro sitio al principio de la carrera tiene muchísima importancia para el devenir posterior. Esos buenos puestos se pueden conseguir bien por pura suerte, porque uno empiece como becario en ese departamento y en esa empresa, y luego le ofrezcan quedarse para sustituir una baja por maternidad o por una reorganización del área, o porque más tarde ese mismo jefe de área pasa a ocupar el puesto de Responsable de RRHH y prefiere favorecer a los que ya conoce a la hora de las promociones.

O bien también, porque en una entrevista inicial de 10 minutos le caigas mejor a uno u otro jefe, y te contraten en el departamento más importante. Con lo cual esos escasos minutos determinan el resto de tu vida. Bien porque (y esto ya es más polémico) pertenezcas a uno u otro sexo y el jefe o jefa de turno prefiera trabajar con hombres o mujeres. Y eso ya sí que me parece indignante. Pero pasa.

Con lo cual, si has tenido la suerte y ocupas uno de estos puestos: Jefe de Producto Jr, Asistente de Publicidad, Previsionista de Ventas, Responsable Comercial o Analista Financiero (mirándolo siempre desde la perspectiva del trabajo en las áreas comerciales de una empresa, que es lo que yo conozco) pues ya puedes darte por afortunado, porque por muy regular que lo hagas, tu carrera ya está lanzada. Y si se saben encadenar juiciosamente puestos "jugosos", se terminará en poco tiempo en el lado de los jefes y con la vida profesional prácticamente resuelta. Los primeros años son básicos para ir haciéndose amigos en las esferas del poder y tener acceso a los canales privilegiados de promoción profesional.

Por el contrario, si en el momento en que entraste no quedaba sitio (a veces por cuestión sólo de semanas) en los departamentos con "glamour" y poder, te habrás tenido que conformar con un empleo de segunda categoría, de los llamados de "avance lento" en departamentos cuya gente tampoco es tenida en cuenta por la compañía y que no permiten, por lo tanto, crearse una red de contactos válida. Y ahí interviene otra gran verdad y es que a la gente que sí está en departamentos importantes no le suele gustar entrar en contacto con los "segundones" que ocupan puestos de menor importancia, por lo que por muy brillante que sea uno, aspirar entrar en los círculos de poder desde una posición así es prácticamente imposible. Predomina el corporativismo y el "glamour" de tratarse entre sí sólo la gente que cuenta para la empresa.

Por lo tanto, si se tiene la oportunidad, es muy importante salirse cuanto antes de ahí, porque cuanto más tiempo se quede uno, más profundo cavará el agujero de la falta de visibilidad y de la indiferencia hacia su trabajo.

Y si uno cree que eso da igual, que con la brillantez de su trabajo podrá salir adelante y que seguro que le reconocerán los méritos, que se desengañe: nunca pasa. Le dirán que sí, que no se preocupe, pero la verdad es que teniendo a otros de la misma edad y condiciones que ya ocupan puestos importantes con visibilidad y ocasión de hacerse amigos entre los poderosos y los que "cuentan", ¿para qué se va a molestar nadie en sacar a alguien así de su patrón de carrera y poner en su lugar a un desconocido de un departamento de "segunda clase"? Nadie lo va a hacer.

Así que si tienes menos de 27-28 años, y te ha tocado un puesto de estos "que no cuenta", mejor sal cuanto antes de ahí y búscate la vida en otro lado mientras eres joven. Porque otra verdad no dicha es la siguiente: a partir de los 29-30 años las empresas ya no contratan gente de fuera si no es para puestos técnicos o de management a un nivel muy alto. La vida pasa en seguida, y si la primera empresa no convence, mejor salir de ahí cuanto antes y no seguir perdiendo el tiempo, porque a los 30 uno ya es "viejo" para el mercado de trabajo. Eso suena muy duro pero parece que es así.

Al final la línea entre éxito y fracaso en el mundo laboral real es muy fina, y muchas veces depende de hechos totalmente fortuitos o de cosas que ocurren en décimas de segundo. Saber que nuestra vida está gobernada por hechos que ocurren en muy poco tiempo pero que resultan ser cruciales da algo de miedo. Por eso no basta con trabajar: hay que saber poner la suerte de nuestro lado. Y eso consiste en no resignarse a carreras de avance lento porque esas no llegan nunca a ningún lugar, o al menos, no llegan nunca a un lugar deseable.

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2 comentarios:

Luigi dijo...

Totalmente de acuerdo, no cabe duda. La prueba palpable se puede observar cuando en determinados puestos de responsabilidad ves a verdaderos ineptos que nadie se explica el porqué ocupan esa posición.

Yoriento.com dijo...

El primer o primeros empleos son importantes porque aunque las cosas no vayan como esperas generalmente tiendes a acomodarte, a esperar que mejore la situación por sí sola, y a no seguir buscando otras alternativas. Pero este estilo pasivo de carrera también es frecuente en gente ya experimentada... Y es que eso de planificar y plantearse objetivos es un esfuerzo importante. Cuando se está en vacas gordas (empleado y en una situación razonable) uno tiende a dejar de buscar; si se está en vacas flacas, desempleado y/o desesperado en el trabajo, las urgencias nos llevan a tomar malas decisiones...